Más que a un árbitro a lo que las partes se sometieron en un pleito societario fue a un arbitrador, figura próxima al arbitraje aunque distinta del mismo (SAP Barcelona 20 junio 2019)

La Sentencia de la Audiencia Provincial de Barcelona, Sección Decimoquinta, de 20 de junio de 2019 confirma una Sentencia del Juzgado de lo Mercantil en un asunto de interpretación un pacto estatutario relativo a la separación de un socio. En los Estatutos de la sociedad se disponía, entre otras cosas que

«Exercitat el dret de separació per part d’aquest Soci, la companyia i el mateix Soci disposaran d’un termini de vint (20) dies naturals per arribar a un acord sobre el valor raonable de les participacions socials. Si no hi ha acord, aquestes participacions socials seran valorades per dos auditors de comptes diferents al de la companyia. Un dells serà designat per un soci i laltre, per laltre soci. En el termini màxim de dos (2) mesos a comptar des del seu nomenament, e/s auditors emetran el seu informe, que notificaran immediatament per conducte notarial a la companyia í als Soci afectat, acompanyant copia. La valoració resultant serà la mitjana aritmètica de les dues valoracions, sempre que entre una i altra valoració no hi hagi una diferencia que superi el 25%. Si es donés aquest cas, es repetirà l’operació amb uns altres auditors, a no ser que els socis estiguessin d’acord en la modificació proporcional de les dues valoracions fins que la seva diferencia no superi el 25%, i treguin la mitja aritmètica dels dos valors. El soci que hagi exercit el dret de separació podrà renunciar-hi en qualsevol moment. En aquest cas es procedirà automàticament a la següent fase, procés d’escissió. Dins deis dos (2) mesos següents a la recepció deis informes de valoració, el Soci que hagi exercit el dret de separació i no hi hagi renunciat, tindrà dret a obtenir en el domicili social el valor raonable de les seves participacions socials en concepte de preu de les que la companyia adquireix o de reemborsament de les que s’amortitzen»

Coonsidera la Audiencia que «El contenido de esa cláusula estatutaria, como hemos anticipado, fue decidido en un proceso arbitral. En nuestra opinión, no obstante, más que un arbitraje en sentido propio, que es un procedimiento de resolución de conflictos, lo que fue objeto del mismo fue dar desarrollo a un pacto de socios incompleto. Por tanto, más que a un árbitro a lo que las partes se sometieron fue en realidad a un arbitrador, figura próxima al arbitraje aunque distinta del mismo. Ello no resulta irrelevante en este proceso porque mientras el arbitraje resuelve un conflicto (un conflicto concreto que ya ha surgido, no un conflicto potencial), al arbitrador se le solicita que lleve a cabo una actividad que las partes podrían haber concluido por sí mismas pero que no han podido hacerlo, completando con ello un contrato (fijando, por ejemplo, el precio) o bien una cláusula del mismo. La consecuencia de ello es que, mientras en el arbitraje el laudo es asimilable a una resolución judicial y su justificación podría ser muy relevante para complementar el signo de la decisión, en la actuación del arbitrador predomina más la voluntad e intención de las partes que el arbitrador se limita a completar con su actuación que la propia intención del arbitrador. Por consiguiente, ante las insuficiencias del pacto estatutario creemos que es preciso estar, para completarlo (si hubiera necesidad de hacerlo), a la voluntad común de las partes, en la medida en la que la misma pudiera existir. Lo que hace el arbitrador es limitarse a sustituir la falta de voluntad concorde de las partes, de manera que ha de partir del punto en el que las propias partes no estuvieran de acuerdo».

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