El Consejo ha adoptado el 22 de junio una decisión sobre la celebración de un acuerdo de asociación sobre las relaciones y la cooperación entre la Unión Europea y sus Estados miembros y Nueva Zelanda. Esta decisión allana el camino, por parte de la UE, para la entrada en vigor del acuerdo a finales de julio de 2022.
Antecedentes
El 14 de abril de 2016, la Alta Representante y la Comisión presentaron al Consejo una propuesta conjunta de decisión del Consejo relativa a la firma y aplicación provisional del acuerdo de asociación sobre relaciones y cooperación entre la Unión Europea y sus Estados miembros, por una parte, y Nueva Zelanda de la otra parte. El acuerdo se firmó en Bruselas el 5 de octubre de 2016, tras una decisión del Consejo que autorizó la firma.
El 28 de noviembre de 2016, la Alta Representante y la Comisión presentaron al Consejo una propuesta conjunta de decisión del Consejo sobre la celebración del acuerdo de asociación, y el 16 de noviembre de 2017, el Parlamento Europeo dio su aprobación. El procedimiento de ratificación por parte de los estados miembros finalizó el 13 de mayo de 2022.
Marco integral para un compromiso bilateral más efectivo
Este ambicioso acuerdo refleja la amistad y la cooperación cada vez más estrechas que se han desarrollado entre la Unión Europea y Nueva Zelanda en los últimos años. Proporciona un marco integral para un compromiso bilateral más efectivo entre la Unión Europea, sus Estados miembros y Nueva Zelanda, que prevé la cooperación en una amplia gama de áreas, incluidos los derechos humanos, la no proliferación de armas de destrucción masiva, la lucha contra el terrorismo, la cooperación en materia económica y comercial, salud, medio ambiente, cambio climático, energía, educación, cultura, trabajo, gestión del riesgo de desastres, pesca y asuntos marítimos, transporte, cooperación judicial y lucha contra el blanqueo de capitales, la financiación del terrorismo, la delincuencia organizada y la corrupción.
A través del acuerdo de asociación, la UE y Nueva Zelanda entablan un diálogo político regular, que incluye consultas frecuentes a nivel ministerial, de altos funcionarios y parlamentario. También hay numerosos diálogos sectoriales, incluidos los de ciencia, agricultura, pesca y gobernanza de los océanos, derechos humanos, desarrollo y asuntos consulares. Éstos promueven un comercio, una cooperación y un intercambio de ideas mayores y más fluidos.