El editorial de 19 de febrero de 2017, del diario asturiano La Nueva España, realiza un lúcido diagnóstico, al que pueden añadirse muchos más elementos, de la situación de la Universidad de Oviedo, que es extensible a todas las Universidades españolas. Entre otras cosas denuncia que a los rectores les conviene satisfacer antes las necesidades de sus empleados, los que les votan, que las de la sociedad a la que sirven. Un destino concebido como una canonjía permanente sin rendición de cuentas invita a que el personal docente se acomode. Los estudiantes, pasivos, acaban movilizándose contra todo aquello que suponga un incremento de la exigencia. Las familias sólo aspiran a titular a sus hijos: si suspenden, cuestionan el modelo educativo, nunca la capacidad del alumno. Los políticos huyen de plantear cualquier reforma con visos de impopularidad. ¿Alguno habla de estos asuntos?
Totalmente de acuerdo. Muchas veces se habla de excelencia, pero este fin no se alcanza ni atendiendo a presiones e intereses internos de la Universidad ni rellenando formularios. La calidad tiene que ver con los contenidos y con el talento. Habrá que seguir luchando incluso sin reconocimiento.
[…] su interés en la reflexión iniciada con el editorial de la Nueva España de 19 de febrero de 2017, incorporamos al blog las reflexiones del profesor José Alberto Sanz Díaz-Palacios, donde aborda […]