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A mediados de 2020 la pandemia condujo a una reclusión obligada, pero los operadores del arbitraje comprendieron que su trabajo tenía que continuar descubriendo las enormes posibilidades del trabajo a distancia. Gracias al ingenioso uso de la tecnología, se dieron cuenta de que muchos de los constantes viajes y las presenciales no eran, de hecho, tan esenciales. Por eso, desde sus oficinas y desde sus propios hogares llegaron a descubrir que podía alcanzarse una gran eficiencia con el concurso de la tecnología mundo virtual. De hecho, el mundo del arbitraje floreció sin necesidad del llamado “turismo arbitral” que hacía perder mucho tiempo de tiempo en aeropuertos y hoteles, así como en agotadoras reuniones, por no hablar de los elevados costos. Y mientras aumentaba la eficiencia de las fórmulas habituales de trabajo los referidos operadores comenzaron a cuestionar la forma en que habían estado llevando a cabo procedimientos de arbitraje, cuestionando la base misma y, a su vez, los fundamentos del del arbitraje internacional
