El esperado discurso de la Primera Ministra Theresa May tuvo lugar en Florencia el 22 de septiembre de 2017. Su esencial propósito fue desbloquear las negociaciones con Bruselas para la salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE) y de tranquilizar a los Estados miembros de la UE, diciéndoles que ninguno de ellos deberá aportar más al presupuesto comunitario ni perderá dinero como consecuencia de la retirada del Reino Unido del bloque, prevista para el 29 de marzo de 2019. Fue un discurso donde dominó la estrategia dilatoria sobre una voluntad de progreso en la negociación. Aunque se especulaba con que la Primera Ministra iba a lanzar una oferta sobre las obligaciones financieras de Reino Unido y una propuesta para un periodo de transición de dos años hasta alcanzar un nuevo acuerdo comercial con la UE, incumplió con lo primero. No quiso, en efecto, dar ninguna cifra sobre cuál va a ser la cantidad de dinero que el Reino Unido pagará para contribuir a los presupuestos comunitarios en cuanto se consume la ruptura o sobre si estaría dispuesto a aceptar pagos futuros para lograr vínculos estrechos como los que tiene Noruega, por ejemplo. En su opinión, estos detalles serán, obviamente, objetos de negociación. Respecto al segundo punto la Primera Ministra ha señalado que su país seguirá contribuyendo al Presupuesto de la Unión Europea hasta 2020 y que quiere un período de dos años de transición tras abandonarla (en marzo de 2019), lo cual, en sus palabras, sería beneficioso para ambas partes.
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